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Virgen María.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El beso planetario.


Hizo Dios al hombre y a la mujer, en un planeta desconocido, llamado tierra, y vio Dios que era bueno, que el hombre tendría una buena compañera y la mujer tendría un buen protector.
Les dio orejas para escuchar a los pájaros y animales y estremecerse con el ruido del trueno de las tormentas, les dio ojos para admirar la naturaleza y mirarse a los mismos ojos, les dio nariz para sentir el aroma de las flores y de la tierra mojada después de las lluvias, pero les dio una boca y les dijo que tenía para ellos una cosa muy bella para darles y que luego de una prueba les sería revelada, pero que antes tenían que hacer salir de sus bocas solo palabras buena y piadosas, que si ellos controlaban su lenguaje y no juzgaban nunca, el premio le sería dado al cabo de un tiempo.
Así es que el primer hombre y la primera mujer, por temor a Dios y por curiosear sobre que les tenía preparado su creador en sus bocas, tuvieron charlas muy amenas y llenas de elogios y bondades hacia ellos y hacia todo lo creado.
Y entonces, llegado el tiempo, viendo Dios que ambos seres se respetaban y prodigaban amor entre ellos les regaló el beso, pero no solo un beso en las mejillas sino también el beso mas secreto de todos, un beso que calla al otro, que calla cualquier palabra de amor, pues vale mucho más que ellas: y es el beso en misma boca. Este beso tan bello fue planetario, pues con el tiempo se fue expandiendo por todo el universo, y todos los seres vivientes del cosmos copiaron tan bello acto de amor, que calla todo lo que se pueda decir del amor.

De Nicolás José Neville 4/12/2009.

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