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Virgen María.

martes, 7 de julio de 2009

Para charlar en el bar.

El otro día encontré un libro que se titula "100 ideas para charlar en el café", Es un libro muy interesante, creo que está escrito por un filósofo, con mucha experiencia ya que tiene 92 años.

La ideas en los bares fluye con más gusto y agilidad, pues es un encuentro festivo y de recreación, pero ojo que no por eso carece de profundidad y seriedad, es el encuentro ameno entre socios que arreglan sus negocios, o son monjitas que solitarias toman un café en nombre de Dios, o son el empresario solitario que con una mano toma el café, con la otra levanta y ojea el diario matutino y con un pie se sostiene en el suelo mientras que con el otro deja que el lustrabota haga su humilde trabajo . Las mozas o los mozos van de un lado para otro recogiendo las mesas y alguna que otra propina que de vez en cuando son generosas.
El bar, también tiene solitarios lectores que devoran libros y apuntes, ya sea por estudios o por curiosidad. Estos últimos dialogan a su manera, ya sea con el autor de los escritos o con sus propios pensamientos, esta especie de ser humano no es menos necesaria que los que charlan con otros seres humanos, ya que las grandes inspiraciones que cambiaron el pensamiento de los hombres fueron quizas, aquellas que nacieron en la profundidad de un dialogo interior con uno mismo en la soledad.

Jesús por el contrario, en cada charla que tenía con sus discipulos le brotaba la sabiduría divina por todas partes, Pero bien que nuestro Mesias, se retiraba horas y horas en soledad para meditar su misión, y el significado de las cosas terrenales y celestiales.
A Jesús le gustaba mucho las charlas en las mesas, le gustaba platicar en las comidas, los almuerzos y cenas eran su predilección, asi estas reuniones llenas de enseñanzas eran como las fondas o bares de la actualidad, que el alimento material estimulaba o amenizaba el alimento espiritual. ¿como habrán sido las charlas con Jesús? ¿De qué nos sirve pensar que los discípulos disfrutarían de una charla penetrante y transformadora, si nosotros en nuestras casas y bares, sólo hablamos de vanidades y estupideces?.
De la abundacia del corazón habla la boca, nos dice el Hijo de María y de Dios, por lo tanto no es cuestión de forzar las palabras para que digan cosas bonitas y nos engañemos que estamos diciendo lo correcto, sino que alimentemos primero nuestro corazón con el maná de la palabra de Dios, y con las meditaciones de cada día que cada uno puede aportar al mundo y de esta manera podamos "dijerir" más en las charlas, lo "masticado" en la soledad inspiradora.

De Nicolás José Neville.
4/12/2009.

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